Embajador alemán en la España nacional, muy apreciado por las autoridades franquistas, fortalece los lazos comerciales y económicos entre ambos países, así como las relaciones, a veces tensas, entre Hitler y el Caudillo
"Señor ministro y querido amigo. Mi mujer acaba de entregarme la fotografía con la dedicatoria de S.E. el jefe del Estado, que ha tenido la gran bondad de redactar en forma que me conmueve profundamente, puesto que recuerda el esfuerzo que yo empleé para ayudarle en mi esfera de acción en su triunfal empresa".
La carta corresponde al 2 de febrero de 1943, Desde su dulce retiro de Baden-Baden (Alemania), Eberhard von Stohrer, ex embajador alemán responde en un tono de franca camaradería al ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Gómez-Jordana, quien un mes antes organiza una comida en su honor y le otorga la Gran Cruz de Isabel la Católica. Un año después de su repentina marcha a Alemania, Von Stohrer conserva la amistad y el aprecio de las autoridades españolas.
Según el historiador Manfred Merkes, durante su estancia en España, Von Stohrer disfruta del respeto y admiración de todos sus subordinados y colegas, tanto alemanes como españoles. Ramón Serrano Suñer, titular del departamento de Asuntos Exteriores durante los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, aprecia en él "su franqueza, su capacidad de anticipación, su actitud moderada, su rectitud, su lealtad y discreción". Von Stohrer conoce bien España y el carácter de los españoles. Durante los años 1913 a 1919 desempeña el cargo de segundo secretario en la embajada de Alemania en Madrid, siendo testigo de la agitada actividad parlamentaria.
Al coincidir sus primeros años de residencia en nuestro país con la Primera Guerra Mundial, vive de cerca el auge de la economía peninsular. El conflicto bélico estimula la demanda de productos españoles en el mercado extranjero, sobre todo de la minería (hierro vasco y carbón asturiano) y gracias al bloqueo submarino alemán, de la industria naviera. La banca nacional favorece el desarrollo de la industria propia, que deja de estar a merced del capital extranjero. Los sueldos se triplican, pero también los precios y la carestía de la vida. Von Stohrer conoce el contexto donde se fraguan las posteriores tensiones sociales.
Posee el título de barón y es doctor en Derecho. De su currículo se desprende una trayectoria fulgurante. Nace el 5 de febrero de 1883 en la Selva Negra (Württemberg) y con 26 años ya es aspirante al servicio diplomático en las embajadas de Sofía (1909), Londres (1910) y Bruselas (1911). Cuando supera con éxito el examen diplomático, su primer destino es la embajada de Madrid. En el periodo de entreguerras regresa a Berlín y durante siete años presta setvicios en el Ministerio de Negocios Extranjeros como jefe de Prensa y director de Personal, experiencia que le abre las puertas para ser elegido ministro plenipotenciario en El Cairo (1926) y Bucarest (1936). Sin embargo, tras su positiva experiencia, Eberhard von Stohrer se afana en convertirse en embajador en España. El 16 de julio de 1936, aunque no llega a tomar posesión por el inicio de la Guerra Civil, es nombrado embajador y aguarda con paciencia en Salamanca a que se haga oficial. Casi un año después, en septiembre de 1937, sucede definitivamente a Wilhelm von Faupel en el cargo. Tiene 53 años, está casado y sin hijos. Desde su posición, Von Stohrer remitirá frecuentes despachos a la intendencia alemana informando de la situación que vive la Península. Destacan sus últimos mensajes de 1938, como el que envía el 19 de noviembre, cuando advierte que la Guerra durará aún varios meses más, "pues el miedo, el odio y el terror a ser exterminados por Franco impulsan a los republicanos a seguir adelante en su lucha".
Muy a diferencia del fuerte sentimiento anticlerical de su antecesor, Von Stohrer comprende y defiende los intereses del catolicismo, cuando éste se convierte en escollo entre el Gobierno de Berlín y el de Burgos en 1937. El 14 de marzo de ese año, con el inicio de las hostilidades ante el acoso provocado por los nazis a los católicos alemanes, Franco aprovecha la situación para distanciarse del Führer y de la deuda que se acumula por los servicios prestados en el frente. Andor Wodiane, encargado de negocios húngaro dice al respecto; "De las palabras del embajador Eberhard von Stohrer, resonó cierta preocupación debido a la posible recaída de la influencia alemana. A saber, Von Stohrer al parecer temía que como consecuencia de los antagonismos entre Alemania y el Vaticano, el general Franco, de fuerte sentimiento católico, se apoyara menos en los falangistas simpatizantes con los alemanes, y por consiguiente, que el partido tradicionalista clerical adquiriera mayor influencia".
Hasta el fin de su cargo en 1942 Eberhard von Stohrer trata de limar asperezas en las relaciones hispano-germanas y salvaguardar los intereses económicos de su país. Tarea nada fácil en una atmósfera enrarecida por su predecesor, Von Faupel, quien a pesar de sembrar muchas enemistades, sentó las bases de los acuerdos económicos entre ambos países. En principio Von Stohrer sólo debía consolidarlos.
El primer acuerdo de Alemania a favor de los nacionales data del 26 de julio de 1936, con la creación en Tetuán de Hisma o Compañía Hispano-Marroquí de Transportes. Con ella se inicia una línea regular de vuelos entre Sevilla y Tetuán, se dota al bando nacional de una completa flota aérea (incluyendo pilotos), se transporta material bélico y tropas voluntarias desde Hamburgo a Marruecos, y por último se prepara su entrada en la península Ibérica. A finales de septiembre de ese mismo año, el mariscal Hermann Goring, jefe de la Luftwaffe, toma las riendas de Hisma y la vincula con la Rowak o Sociedad de Adquisición de Materias Primas y Mercancías, con sede en Berlín.
Con esta alianza, Göring, uno de los industriales más ricos del mundo, establece el monopolio germano sobre el intercambio de artículos y materias primas españolas. Hombre de confianza del führer, también es nombrado en 1936 responsable de la ejecución del plan de los cuatro años. Con ello asegura la independencia de Hisma.
Von Stohrer decide no inmiscuirse fuera de sus competencias hasta que en junio de 1939 intercede a favor de Franco, a quien se le exige el desembolso de 163 millones de marcos por la ayuda prestada en la contienda. El embajador persuade a sus colegas alemanes de la inconveniencia de tales demandas ante la situación paupérrima en la que se encuentra España al finalizar la Guerra, estableciendo un trato de cobro en especias: el wolframio del Bierzo, con el que se construirían los tanques Panzer alemanes.
El 9 de enero de 1943, Von Stohrer es llamado a Berlín para participar en conversaciones oficiales. Nunca más regresará. La última nota de su expediente indica el desbloqueo de sus bienes personales -al parecer tenía una casa en San Sebastián- paulatinamente desde 1945, un año después de su muerte, hasta 1951.
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