Da nombre a un batallón del Quinto Regimiento y a un periódico miliciano del Frente de Madrid, pero es durante este mes cuando alcanza su máximo protagonismo tras sustituir a "el Campesino" al frente de la 46ª División
La muerte sorprendió a Domiciano Leal Sargentes el 23 de septiembre de 1938 en su momento de mayor gloria militar a orillas del Ebro, y en fechas de gran incertidumbre para el Gobierno de la República, más allá del devenir de la lucha en las peladas colinas tarraconenses. Mayor de milicias, combatiente voluntario y miembro de las Juventudes Socialistas Unificadas, hacía dos meses exactos que sustituía en el mando de la 46ª División a Valentín González, el Campesino, de baja por enfermedad.
Aquel día, Leal había llegado al frente de su división hasta la Venta de Camposines, entre Corbera y Mora de Ebro, para relevar a la 35ª Brigada. La escena en que una bala alcanza a Leal está recogida en La Batalla del Ebro, de Javier Reverte, en una de las escasas referencias bibliográficas sobre su persona: "Juan Modesto, Merino, Leal y el teniente coronel Márquez se sientan en el ángulo de una zanja, en la contrapendiente de la cota 361 de la sierra de Lavall de la Torre -que una semana después caería en manos de las divisiones navarras del bando fascista- Leal está entre Merino y Modesto, las cabezas de los tres casi tocándose mientras analizan un mapa de la zona. Los aviones enemigos sueltan cargas sin descanso. Leal, sin un grito, cae sobre el mapa. Modesto y Merino se dan cuenta de que está muerto. Un casco de metralla le ha destrozado le espalda".
El fallecimiento de Domiciano Leal, que a lo largo de 1938 mandó a 10ª Brigada, marcó también la muerte militar de el Campesino, que no volvió a ejercer el mande de las tropas, tal y como relata el historiador Salas Larrazábal, quien duda de la veracidad de la enfermedad que llevó a Leal a relevarle. Hay constancia del recelo que el Campesino despertaba en Líster, a frente del 5º Cuerpo de Ejército al que pertenecía la 46ª División, a quien peso la muerte de Leal y quien, meses antes, durante la fallida defensa de Teruel, había tachado a el Campesino de cobarde y traidor. De hecho, desde caída de Lérida, de la que también tuvieron que retirarse, y hasta el episodio de la sierra de Lavall de la Torre, las fuerzas de Valentín González apenas tuvieron ocasión de entrar en combate.
Seguir a pista del mayor Dimiciano Leal es viajar en el tiempo desde las aguas del Ebro hasta las calles de Madrid en los primeros meses de la Guerra. El enemigo se abalanzaba sobre la capital y todos los partidos y sindicatos del Frente Popular se preparaban para repeler la agresión. Entre los barrios de La Guindalera y Prosperidad, las Juventudes Socialistas habían abierto una lista de reclutamiento de voluntarios. La milicia resultante, una de las 48 que se crearon en la zona centro, recibió el nombre de Batallón Leal, en honor a Domiciano Leal, que, según el historiador Michael Alpert, contó con 505 integrantes y se apostó en el frente de Guadarrama. A las pocas semanas de su formación, el 20 de noviembre de 1936, la milicia comenzó a editar el boletín Victoria, con el subtítulo "Boletín del Batallón Leal, Qinto Regimiento", una hoja mecanografiada que nace en el momento clave de la defensa de la capital en el número 99 de la calle de Cartagena con destino al Frente de la Sierra: "Nuestro boletín del batallón, que saldrá semanalmente, tiene que ser portavoz del pensamiento de todos los milicianos de nuestro glorioso Batallón Leal. (...) El boletín pide la colaboración de los mandos militares del batallón, que necesita que en sus páginas se vea el pensamiento técnico de nuestors jefes militares, para lo cual se les invita a que secunden nuestra petición y así se verá que el Batallón Leal existe, el frente único de pensamiento y una bondad entre jefe y milicianos".
En diciembre, los batallones reciben la orden del presidente Francisco Largo Caballero de convertirse en unidades numeradas del Ejército Popular. Es posiblemente durante este mes, según Mirta Núñez, cuando aparece un nuevo boletín, Leal, con el subtitulo de "Boletín del Tercer Batallón, 29ª Brigada", donde quedó integrado el batallón liderado por Domiciano Leal, y en el que apenas hay referencias a adhesiones políticas. El boletín se publicó al menos hasta el verano de 1937 y en él colaboraron numerosos soldados y delegados políticos. Además, incluyó un consultorio en el que, como recoge Núñez, cuando el hambre apareció en el frente expuso dudas como: "¿Es peligroso comer las ratas que se puedan cazar? Peligrosísimo. Las ratas son vehículos de gran número de enfermedades contagiosas"; así como consignas del estilo de: "No juegues a las cartas: las cartas te hacen pensar, camarada. y tu inteligencia se malgasta inútilmente».
A raíz de la disolución del Quinto Regimiento en enero de 1937, Domiciano Leal no siguió los pasos de otros líderes milicianos como Líster, Modesto, Durán, Tagüeña y el mismo Campesino, ascendidos a jefes de división. Este reconocimiento sin duda hubiera llegado a finales de septiembre de ese mismo año, momento en que 13 mayores de milicias obtuvieron ese rango. A titulo póstuno, Leal fue propuesto para la placa laureada por sus méritos durante la Batalla del río Ebro.
Si Alpert esté en lo cierto, el Campesino y Leal coincidieron a partir de enero de 1938 en la 10ª Brigada Mixta, ya como mayor de milicias, posiblemente en sustitución del mayor cubano Policarpo Candón, muerto ese mes durante el asalto a Las Celadas, durante la Batalla de Alfambra. En dicha brigada, Leal compartió trinchera con el periodista también cubano Pablo de la Torriente Brau, que había viajado a Madrid en los primeros meses de la contienda como corresponsal de guerra y más tarde sería nombrado comisario político de las milicias.
A finales del invierno, el Campesino quedó encargado de la defensa de Teruel, siendo la 10ª Brigada una de las últimas fuerzas republicanas en abandonar la ciudad bajo el asedio del bando rebelde. En marzo participó en la inútil defensa de Lérida, guardando el frente pirenaico en torno a Balaguer hasta los preparativos de la Batalla del Ebro. Desde Pinell, la brigada avanzó en dirección Tortosa hacia Prat del Compte y el río Canaleta hasta la Venta de Camposines, donde Domiciano Leal es alcanzado por la aviación nacional.
En Barcelona, cuatro días después de su muerte, el diario Treball relata el entierro del miliciano "jefe interino de una división" el domingo anterior, 25 de septiembre, el mismo día que las Brigadas Internacionales se retiran del frente.
Encabezan la ceremonia fúnebre -que partió de la sede de UGT en la Avenida 14 de abril, número 430-muchísímos "militantes de la organización" y nada menos que el general Vicente Rojo y el presidente de la República, Juan Negrín. Esos días, el jefe del Gobierno de la República concentra su atención en Checoslovaquia, donde había estallado la crisis de los Sudetes, un suceso que pudo desencadenar el conflicto a escala europea y que terminó con el último pacto entre Berlín, Londres y París, el que para muchos fue la última oportunidad que tuvo la República para cambiar el rumbo de la Guerra Civil.
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