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miércoles, 17 de diciembre de 2014

Manuel Machado (1874-1947)

Eclipsado por la figura y obra de su hermano Antonio y por su estrecha colaboración con el bando nacional, el mayor de los Machado se alza también como un gran poeta y escritor durante la Guerra Civil española

Su adhesión al bando rebelde tras el 18 de julio condenó a Manuel Machado al olvido de la Historia de la literatura. Recordado siempre a la sombra de su hermano Antonio y bajo el apelativo de el malo de los Machado, décadas después del fin de la contienda son muchos los que apuntan que su apoyo al bando franquista se debió, más que a una decisión reflexionada, a un intento de supervivencia ante las circunstancias adversas.

Sea como fuere, lo cierto es que nunca antes del estallido de la Guerra Civil había mostrado Manuel Machado su filiación por el falangismo. Más bien al contrario, a lo largo de su vida había manifestado en numerosas ocasiones su defensa en la democracia liberal y su republicanismo, si bien es cierto que nunca se adhirió a una corriente política concreta, estableciendo una apreciable evolución ideológica a lo largo de su vida.

Nace en Sevilla el 29 de agosto de 1874 y muestra desde muy pronto una especial preocupación por lo popular; una característica probablemente heredada de su padre, el importante folclorista Antonio Machado Álvarez.

En su traslado a Madrid, junto al resto de su familia comienza a frecuentar la intelectualidad de la época y pronto se verá conquistado por la bohemia de fin de siglo, que encaja a la perfección con su espíritu romántico. La pasión por la escritura ya se ha generado en su interior y, alrededor de 1893, comenzará a trabajar como crítico en algunas publicaciones periódicas y a frecuentar tertulias y cafés. Sus primeros poemas datan también de esta época y poseen un marcado acento melancólico, lo mismo que sus colaboraciones, que siguen mostrando una nítida preocupación por lo popular.

Tras una breve estancia en Sevilla, donde concluirá sus estudios de Filosofía, Manuel Machado viaja por primera vez a París en 1899. Ahí desarrollará aún más la vida bohemia conocida en Madrid, entablando amistad con Oscar Wilde o Rubén Darío y traduciendo fervorosamente a Verlaine, Manuel Machado responde perfectamente al prototipo de poeta modernista, amante de la libertad.

Sin embargo, a su vuelta a España irá abandonando progresivamente este estilo de vida para abrazar una cierta estabilidad. Primero, a través de su matrimonio con Eulalia Cáceres, y más tarde obteniendo una plaza en el cuerpo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos del Estado. Además, es ésta una época en la que Manuel ve ampliamente reconocida su poesía. Después de la edición de Alma, museo y cantares -que supone su lanzamiento definitivo-, publica entre otras obras Apolo. Museo pictórico o Cante Hondo, su mayor éxito, del que logra vender miles de copias en el primer día de su puesta a la venta.

Manuel Machado es ya en la primera década del siglo XX un poeta reconocido y brillante, que ha aceptado totalmente su vida burguesa. Sin embargo, eso no significa una posición ideológica conservadora. En Día por día. De mi calendario, una obra que recoge sus colaboraciones diarias en el periódico El Liberal, Machado se muestra absolutamente antigermanista y partidario de la democracia liberal, desechando también la recién triunfante Revolución Rusa.

El apoyo a la huelga llevada a cabo por los impresores de El Liberal, que solicitaban mejoras salariales y laborales, le lleva, poco tiempo después, a romper su relación con el diario y a crear, junto a otros editores, La Libertad; una actitud en la que muchos creen apreciar un cierto socialismo. Sin embargo, otros aducen que más bien se debe a su formación ética en la Institución Libre de Enseñanza y a su romanticismo y rebeldía naturales.

La posición ideológica de Manuel Machado se mostrará, sin embargo, más ambigua durante la dictadura de Primo de Rivera, al aceptar los favores profesionales del dictador, que le nombra jefe de Investigaciones Históricas y director de la Biblioteca y Museo municipales de Madrid. Con todo, no puede decirse que la aceptación de la Dictadura por parte de Machado fuera total ya que, en estos años, creará junto a su hermano Antonio la obra La prima Fernanda, crítica al Gobierno dictatorial,

Una vez instaurada la República en 1931, se declarará, al igual que su hermano Antonio, un "republicano convencido", aunque poco a poco irá virando hacia posturas algo más conservadoras. En 1934 es expulsado de La Libertad por sus críticas a las instituciones. Abatido, a partir de entonces, Manuel abandonará sus colaboraciones en los diarios y retomará su vida de tertulias, volviendo a prestar más atención a la poesía.

Cuando se produce el estallido de la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, Manuel Machado se encuentra, en Burgos junto a su esposa. Ambos habían viajado allí para celebrar el cumpleaños de su cuñada y, aunque tratan de regresar a Madrid, el golpe de Estado ha cortado ya todas las comunicaciones con la capital. Según parece, sus primeros momentos en Burgos son convulsos. Algunos apuntan que estuvo encarcelado durante un breve periodo de tiempo a causa de la desconfianza que provocaba el apellido Machado y que pasó algunas dificultades económicas.

Según recoge el historiador Pablo del Barco, el caos político se unió al personal del escritor, quien estaba muy desengañado con la situación del país. Esto, unido al temor de ser encarcelado, contribuiría a su decisión de ponerse del lado alzado.

Su apoyo a la rebelión irá haciéndose paulatinamente más y más patente. Así, comienza a trabajar como articulista de la prensa nacional para obtener poco después el carné de Prensa y Propaganda y ser reconocido como colaborador de FET y de las JONS desde la creación del partido único. Son claros sus esfuerzos para obtener una buena posición en el nuevo régimen, reconocidos cuando en 1938 entra en la Real Academia Española, en una maniobra que permitía un golpe de efecto social al incluir a un Machado en la institución,

A partir de entonces, cultiva Manuel Machado la poesía política, loando las hazañas bélicas de las tropas rebeldes, la figura de Franco o, incluso, a su hija Carmen, En estas composiciones, que distan mucho de sus creaciones anteriores en cuanto a estilo, muchos quieren encontrar una burla sutil al régimen, lejos del servilismo que aparentemente manifiestan.

Sea como fuere, lo cierto es que Manuel continuará, al menos hasta la retirada de sus cargos oficiales en 1943, como una figura destacada dentro de la intelectualidad del franquismo. Colabora en varios diarios y prosigue con las tertulias, aunque éstas se encontraban prácticamente diezmadas, para cultivar, en los últimos años de su vida, una poesía de tono religioso. Fallece el 19 de enero de 1947 de una bronconeumonía.

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