El 19 de julio de 1936 el teniente
coronel de Infantería Enrique Martínez Moreno, comandante militar de la plaza y
jefe de la Caja de Recluta, secundado por los guardias civiles y de asalto
destacados en la capital, se alzó en armas contra el Gobierno, procediendo a
declarar el estado de guerra en el territorio de su jurisdicción y ordenando la
detención de las autoridades civiles leales a la República y la ocupación de
los edificios oficiales. Tres días después aviones gubernamentales bombardearon
el cuartel de la Guardia Civil donde se habían concentrado los sublevados sin
que, a pesar de ello, los rebeldes depusiesen su actitud. El 25 del mismo mes
dos columnas de apoyo al Gobierno, compuestas por soldados y milicianos, una
procedente de Alicante y la otra de Murcia, se aproximaron a la capital.
Percatado de ello el citado Martínez Moreno, se dirigió por radio a los
generales Franco y Cabanellas para decirles: «En estos momentos avanzan por la
carretera de Valencia, hacia la capital, a una distancia de dos kilómetros,
fuerzas de Artillería y de Infantería protegidas por aparatos de aviación.
Espera romper el fuego inmediatamente, estando dispuesto como primer jefe esta
Comandancia y fuerzas a sus órdenes a perder la vida en defensa de España. Urge
envíen refuerzos. Caso de no funcionar esta estación, será por corte fluido, no
por rendición. ¡Arriba España!» Una hora después le respondía el general
Franco: «Enviar refuerzos. Resista hasta heroísmo. Fe en el éxito.
Constantemente deme noticias.» Cerca de las once de la mañana, Martínez Moreno
volvió a comunicar con Franco: «Situación comprometidísima. Espíritu fuerzas
decae por momentos. Envíe auxilios para levantar ánimos. Envíeme algunos
aparatos aviación. Campo aterrizaje buenas condiciones, indicándole deben
salvarse embudos bombas. Patio cuartel Guardia Civil formará cuadro con paneles
indicando con una T que la plaza está todavía en nuestro poder. Contrario, no
aterrice.» A las doce y media vuelve a demandar auxilio: «Desmoralización
fuerza extremada. Situación dificilísima. Urgentísimo auxilio.» Cinco minutos
después la solicitud se hace extremadamente angustiosa: «¡Socorro! .Socorro!
Primer jefe Comandancia suicidándose. Imposible sostenerse en esta situación.»
A las doce horas y cuarenta minutos la radio emite por última vez: «Vamos a
rendirnos.» Momentos después es detenido el citado Enrique Martínez Moreno, conducido
a la carretera de Ocaña y fusilado. Pasadas algunas horas, un avión
nacionalista procedente de la base de Sevilla bombardeó la ciudad y ocasionó
importantes pérdidas a las tropas leales al Gobierno.
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