Adsense

domingo, 18 de noviembre de 2012

Ernest Hemingway (1899-1961)


Periodista y escritor estadounidense, amante de unas tradiciones españolas que inspiran parte de su obra, actúa como cronista en la zona republicana durante la Guerra Civil y rueda un largometraje sobre el conflicto español

A principios de marzo de 1937, el periodista y escritor estadounidense Ernest Hemingway se encuentra en París ultimando los detalles del viaje que le llevaría de nuevo a España, por primera vez tras el estallido de la Guerra. El joven director de cine Joris Ivens le convence para unirse al proyecto de largometraje que está rodando sobre el conflicto español junto a un grupo de intelectuales norteamericanos, encabezados por John Dos Passos, con los cuales ha formado la productora estadounidense Contemporary Historians. Con su película The spanish earth -La tierra española- intentan mostrar al mundo los peligros que supone el avance del fascismo.

Hemingway siempre se ha manifestado más que antifascista, antitotalitarista. Uno de sus mandamientos es que "sólo existía una forma de gobierno que no podría dar lugar a buenos escritores, y ese era el fascismo, pues no era otra cosa que una gran mentira en boca de los prepotentes".

Convencido por su compañera Martha Gellhorn -más tarde se convertiría en su tercera esposa-, ve que el proyecto de Ivens es un regalo que no puede rechazar. Supone el poder vivir y contar la Guerra a través de su experiencia en la batalla y no como hasta entonces por vía de comunicados oficiales. Hasta ese momento había estado vinculado a la Guerra Civil española al trabajar como corresponsal para la North American Newspaper Alliance (NANA), grupo periodístico que reúne más de 60 cabeceras a lo largo de Estados Unidos. Había suscrito un acuerdo muy ventajoso con el director de la NANA gracias al cual percibiría 1.000 dólares por cada artículo enviado, de un nivel que él mismo calificaba como "mediocre".

El 18 de marzo, el equipo de rodaje, encabezado por Hemingway, llega a Barcelona, desde donde por carretera se desplaza a Valencia y de allí a Madrid. El Gobierno republicano les da todas las facilidades y salvoconductos para grabar imágenes en primera línea. Vive las batallas del Jarama, Guadalajara y la ofensiva de las tropas nacionales contra Madrid por la Casa de Campo, dentro de las barricadas de las Brigadas Internacionales. Aquellos 50 días de trabajo los pasa en el Hotel Florida, que una y otra vez es bombardeado por la Aviación nacional.

Dos meses después, vuela a Estados Unidos para el montaje de la película. Tras el primer pase de La tierra española, proyectada en la Casa Blanca ante el Presidente Roosevelt, Hemingway graba el texto con su voz en lo que sería la versión definitiva. A partir de ese pase inicial, la película se proyecta en otros pases privados en casas de cineastas de Los Ángeles, y tiene una difícil carrera comercial, tanto en América como en Europa. Todos los beneficios del largometraje son destinados a la compra de ambulancias para el Gobierno republicano español. Después de ésto, Hemingway volvería a España al año siguiente.

Nacido el 21 de julio de 1899 en Oak Park (Chicago), su infancia se ve marcada por la estricta educación a que le somete su madre, obsesionada con hacer de él un gran músico y con la que nunca llega a congeniar hasta el punto de expulsarle varias veces de casa. Durante su estancia en el instituto, nada hace presagiar que este joven atleta rudo, amante del fútbol americano y el boxeo acabaría destacando en el terreno artístico. Su primera relación con las letras la tiene tras licenciarse, cuando comienza a colaborar como aprendiz en el Kansas City Star, lo cual también le sirve para alejarse del hogar familiar.

Cuando Estados Unidos entra en la Primera Guerra Mundial intenta alistarse, aunque no lo consigue por problemas de visión, y tiene que conformarse con viajar como miembro de apoyo de la Cruz Roja. A los pocos días de llegar a Italia, resulta herido, y durante su estancia en un hospital de campaña concibe la idea de una de sus primeras novelas de éxito, Adiós a las armas (1929). En ella narra la historia de un americano desplazado y escéptico que lucha en Italia durante la Gran Guerra y tras ser herido se enamora de una enfermera que le muestra lo absurdo del conflicto y con la cuál deserta y huye. Es una novela de amor trágico que gira en tomo a problemas morales, una temática constante en sus obras.

De vuelta a casa, hastiado por la monotonía de su trabajo como reportero y movido por su espíritu emprendedor, solicita en el diario donde colabora, el Toronto Star, trabajar como corresponsal en París. Llega a la capital francesa en 1921. Allí se relaciona con la vanguardia cultural de la ciudad, como Picasso y Matisse. Se reúne con intelectuales como Scott Fitzgerald, John Dos Passos o Ezra Pound en la casa de quien acabaría siendo la aglutinadora y guía de este amplio grupo de escritores, Gertrude Stein.

Como la característica común a todos ellos es el escepticismo, pronto comienzan a ser conocidos como la generación perdida. Stein es clave en los primeros pasos literarios de Hemingway: revisa cada hoja que escribe y le aconseja sobre las directrices de sus escritos, siempre intentando inculcarle la máxima precisión en la escritura.

En un viaje por España, en 1923, asiste por primera vez en Madrid a una corrida de toros, espectáculo que le deja marcado. Parece ser, que al llegar a París no deja de hablar de la mística que envuelve a la lucha entre el hombre y la bestia. Es tal la pasión que siente Hemingway, que Stein le recomienda visitar los Sanfermines en Pamplona. Así lo hace, con lo que comienza un verdadero y largo idilio entre el escritor y la ciudad navarra.

En julio de 1923 asiste por primera vez a la feria de San Fermín. Queda tan impactado que asiste a los encierros pamplónicas más de una docena de veces antes de su muerte.

Su primera novela de éxito Fiesta (1926) cuenta la absurda vida de un grupo de jóvenes estadounidenses que viajan por Francia entre peleas, borracheras y amores hasta llegar a la ciudad de Pamplona en plenos Sanfermines. Allí quedan atrapados por su magia, hasta llegar a sufrir una especie de ritual regenerador y purificante, aunque es tarde para ellos, y no pueden huir de sus vacías vidas. Pamplona agradecerá al escritor el haber dado fama mundial a sus fiestas con una estatua junto a su plaza de toros, poco después de morir.

Durante esos años sus obras siguen la misma línea, con personajes individualistas, descreídos, atrapados en una sociedad sin apenas futuro tras la Gran Depresión contra la que se intentan rebelar, como por ejemplo el protagonista de Tener y no tener (1938), aunque ya se empieza a observar una ligera evolución en su punto de vista ante la vida. Poco antes de morir, Harry Morgan, el protagonista de la obra, dice que confía "en que haya una esperanza para el futuro de los hombres". Movido por su gran pasión, la caza, la naturaleza y lo salvaje, realiza diversos viajes a África, donde escribe Las nieves del Kilimanjaro (1936) y Verdes colinas de África (1935). La crítica norteamericana, que siempre le ha apoyado, por primera vez le da la espalda con Muerte al atardecer (1932), un ensayo sobre la tauromaquia, en el que describe todas las suertes del toreo y habla, nuevamente, sobre la vida y la muerte.

Tras su primera estancia durante la Guerra Civil, de un par de meses para el rodaje de La tierra española, Hemingway visita la España en guerra en otras tres ocasiones, cubriendo un conflicto sobre el que sigue escribiendo crónicas periodísticas y que inspira algunas de sus obras literarias. Su segunda visita, y la más larga, tiene lugar entre agosto y diciembre de 1937. En esos meses está en Madrid y acompaña a las tropas republicanas en la Batalla de Teruel, donde los población le confunde y agasaja como un oficial de las Brigadas Internacionales.

Es en esa etapa cuando escribe su única obra de teatro, La quinta columna (1938), que cuenta la historia de amor entre una periodista y un agente doble de las Brigadas Internacionales en el Madrid asediado. Se pone en escena en Nueva York, resultando, no obstante, un fracaso absoluto. Sus últimas dos visitas a España, en periodo de guerra, siempre en compañía de Martha Gellhorn, tienen lugar en 1938.

Junto al fotógrafo de Life, Robert Capa, cubre gran parte de la Batalla del Ebro. Muchos autores coinciden en que sus artículos periodísticos no aportan nada a su fama, sino que son una excusa para seguir la guerra en primera persona e intentar publicitar las ideas del Gobierno republicano.

De hecho sólo son recopilados para ser publicados después de su muerte, en la obra Enviado especial (1967). Entre ellos destaca uno llamado Rememoración de una patraña, que habla de la censura a la que es sometido por las autoridades republicanas, pero cuya ironía no es captada por los censores franquistas españoles en 1969, por lo que se prohibe su publicación.

Cuando ve que la Guerra está ya decidida, Hemingway sale de España vía Barcelona y cuenta su experiencia en un relato muy breve, El anciano del puente, donde recrea una conversación que tiene con un viejo que huye hacía el exilio semidescalzo. Al preguntarle que de qué bando es, éste le responde: "De ninguno, no me interesa la política. Tengo 66 años, he caminado 12 kilómetros y no puedo más".

Poco tiempo después, Hemingway conoce en un hospital de campaña a una enfermera, María, en la que se basa para el papel de heroína de su novela Por quién doblan las campanas (1940), que transcurre también en la contienda española. Su protagonista, Robert Jordán, se alista en una guerra que no es la suya, al igual que el personaje de Adiós a las armas (1929), aunque en esta obra aparece un sentimiento nuevo en Hemingway, la solidaridad. El protagonista descubre que para conseguir el triunfo sólo hay que luchar unido al que está a tu lado, aunque esta lucha sea estéril. Tiene como misión volar un puente, un acto temerario que sabe que le costará la vida, pero sigue adelante con su plan por el bien común. Los personajes de sus obra anteriores hubiera huido, pero Jordán no lo hace.

La Segunda Guerra Mundial es la tercera gran contienda bélica en la que Hemingway participa, si bien siempre deja claro que en ninguna de ellas disparó un arma. En 1944, es contratado por las fuerzas británicas de la RAF para escribir sobre sus hazañas en combate. Unos días después se embarca en uno de los miles de barcos que protagonizan el desembarco de Normandía. El 18 de julio se une a las tropas del general Patton, que poco después liberarían París del Ejército alemán. Al igual que sucedió en España se implica mucho más de lo que debería hacer un simple reportero, e intenta avanzar siempre en la vanguardia.

En plena madurez como escritor, publica la que han calificado muchos como su obra magna, El viejo y el mar (1952). Es su trabajo más sobrio, rítmico, repleto dé una gran fuerza expresiva encerrada en sus poco más de 100 páginas, que culmina las enseñanzas de su maestra Gertrude Stein, y representa el cenit en su evolución personal. Sobre su estilo siempre se ha comentado que está obsesionado con corregir sus obras una y otra vez, pero nunca para añadir una palabra adicional, sino siempre para recortar cosas que no aportasen nada.

En esta obra relata la lucha y el esfuerzo del hombre contra la naturaleza y las adversidades, con un punto de vista positivo y amable de la existencia, la obstinación del viejo pescador contra su mala suerte. Se trata de un poema épico que acaba con la derrota aparente del marino ante su presa y ante el destino, que Hemingway resuelve mediante la aceptación de la vida y de los hechos por parte del anciano, resignado, feliz por haber hecho todo lo que estaba en su mano, que termina dormido relajadamente esbozando una sonrisa, lleno de paz en su alma. Esta obra la publica durante una etapa en la que el resto de sus obras resultan decepcionantes y de escasa calidad.

Por El viejo y el mar recibe, en 1953, el premio Pulitzer y acto seguido, en 1954, el Premio Nobel de Literatura, que no puede recoger en persona por padecer una enfermedad degenerativa nerviosa.

Pese a su gran amor a España, a Pamplona y a las corridas de toros, Ernest Hemingway se hace la promesa, al llegar Franco al Gobierno, de que jamás volverá a pisar nuestro país mientras tenga a algún amigo en la cárcel por motivos políticos. Cumple su promesa, y no vuelve hasta 1953.

Aunque retorna con la preocupación del trato que puede llegar a recibir por parte de las autoridades ante su posicionamiento político en la Guerra Civil, Hemingway es tratado como una gran personalidad, con las máximas atenciones posibles. Tanto es así, que la mayoría de sus obras, las que la censura autoriza, son publicadas en España a partir de 1955. En esos años hace una gran amistad con el torero Antonio Ordóñez, al que llega a idolatrar, siguiéndole a todas las plazas, compartiendo su vida en el cortijo, acompañándole en los hospitales tras las cogidas... Su último gran proyecto es El verano peligroso (1960), libro en el que narra la disputa en los ruedos de todo el país que protagonizan Ordóñez y su cuñado y gran rival, Luis Miguel Dominguín, en una serie de encuentros históricos.

El 2 de julio de 1961, en medio de un largo tratamiento médico para intentar superar su larga enfermedad, se suicida, al igual que años atrás hiciera su padre, volándose la cabeza con una de sus escopetas de caza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario