Con 58 años y ostentando el cargo de Director de la Escuela de Educación Física de Toledo, se convierte en el héroe del asedio del Alcázar lo que le vale el ascenso a general y el paso a la historia de las epopeyas bélicas
Es el general Esquívias, marido de la única hija del general Moscardó, quien halla entre los papeles de su esposa unas cartas manuscritas dirigidas a su mujer, María Guzmán, entre el 25 de julio y el 21 de septiembre de 1936, Misivas que constituyen un relato apasionante de el asedio narradas por la pluma de su principal protagonista. En ellos se cuenta cómo tiene que hacerse fuerte el 22 de julio con sus tropas dentro del Alcázar de Toledo (entonces albergaba la Academia de Infantería) con numerosos miembros de la Guardia Civil, militares, falangistas, civiles y sus familias (en total 1900 personas de las que sólo 1100 eran combatientes). Este asedio dura 70 días (julio a septiembre de 1936) y resiste el asalto de aproximadamente 15000 milicianos, mucha hambre, dos grandes minas y continuos bombardeos desde el aire, todo ello hasta que el Alcázar es prácticamente demolido.
Los primeros días del sitio, el general escribe a su esposa: "Ya oiréis el bombardeo del Alcázar, con piezas de artillería de todos los calibres, aviación y además los carros blindados y tanques que han venido de Madrid: pues a pesar de todo eso, no pueden ni podrán tomar el Alcázar a viva fuerza; hace falta mucho corazón para asaltarlo con la clase de gente que hay dentro. Hay destrozos enormes, pero no han abierto más brecha que en la puerta principal, que después se ha tapado perfectamente. Pretenden que nos rindamos por hambre y desmoralización y no lo conseguirán, pues sacaremos víveres de debajo de las piedras y la moral está muy bien incluso entre las mujeres, pues saben si se rindieren la muerte que les cabría".
La vida de José Moscardó Ituarte (Madrid, 1878-1956) queda marcada por aquella experiencia en la fortaleza toledana y por el fusilamiento de su hijo Luis, amenazado de muerte durante el histórico asedio. A lo largo de la guerra y durante muchos años, se aceptó la historia de su asedio en la versión difundida por la historiografía franquista. Ésta afirma que, el 23 de julio, el jefe de las milicias republicanas encargado de comandar el asedio y el asalto a la fortaleza, había llamado por teléfono al coronel Moscardó, responsable de la plaza para decirle que, en caso de no rendirse, su hijo sería ejecutado.
Según se cuenta en ese relato, Moscardó le pidió entonces a su hijo que encomendara su alma a Dios y que muriera con valor. Y supuestamente, el coronel oyó por teléfono el disparo que acabo con la vida de su hijo. La historia puede resultar apócrifa por varias razones. En realidad, el hijo de Moscardó murió el 23 de agosto, y no por la supuesta amenaza hecha a su padre, ya que fue ejecutado junto a otros presos como represalia por un bombardeo de la aviación franquista.
Tras los combates por la defensa del Alcázar, el 28 de septiembre de 1936, las tropas franquistas del general Varela rompen el cerco del Ejército republicano sobre la periferia de Toledo y entran en la ciudad. A su paso, encuentran un panorama dantesco: los periodistas y otros testigos aseguran que había montones de cadáveres de milicianos y soldados franquistas apilados o flotando por el río.
"Sin novedad en el Alcázar", son sus primeras palabras a las tropas que en ese momento liberan la fortaleza. Al día siguiente aparece Franco, que es saludado por el coronel con estas palabras: "Mi general, le entrego el Alcázar destruido, pero el honor queda intacto".
Por la resistencia de sus soldados, recibe la Cruz Laureada de San Fernando en el Alcázar y es ascendido a general. Manda durante el resto de la contienda la división de Soria y en 1938 el Cuerpo del Ejército de Aragón.
Su existencia está ligada a las armas. Ingresa muy joven en la carrera militar, dentro del cuerpo de Infantería (1896).
Concluidos sus estudios, presta alternativamente servicios en África y en la Península, que le sirven para ascender rápido en el escalafón jerárquico del Ejército. En 1897 se traslada a Filipinas, donde participa en las operaciones que se llevan a cabo en aquellas posiciones coloniales. Finalizadas las mismas, regresa a España.
En 1909 se produce la sublevación de las cabilas (tribus) del Rif, en Marruecos, que actúa como espoleta para el inicio de un nuevo conflicto bélico con el país vecino. Moscardó, junto a otros jóvenes oficiales que luego tendrán un protagonismo destacado en la Guerra Civil, se traslada hasta allí para participar con su unidad en varios enfrentamientos. La contienda termina con el convenio franco-español, firmado el 13 de junio de 1926, sobre el protectorado. Durante el conflicto, comanda con éxito el Regimiento de Voluntarlos del Serrallo.
El mando militar recompensa su trabajo en el cuerpo de Infantería ascendiéndolo a coronel en 1929 y nombrándolo director del Colegio de Huérfanos de Toledo. Sin embargo, se ve afectado negativamente por los decretos de reforma militar de Manuel Azaña al inicio de la Segunda República -en 1931- por lo que es degradado a su antiguo cargo de teniente coronel.
Con el triunfo de la derecha en las elecciones generales de 1933, la situación de los militares conocidos como "africanistas" mejora considerablemente. José Moscardó Ituarte, uno de los beneficiados de aquella victoria en las urnas, es nombrado en 1934 comandante militar de Toledo y repuesto, por antigüedad, en el cargo de coronel que ya había ostentado antes de la llegada de Azaña al poder.
En febrero de 1936, tras la mayoría del Frente Popular en las elecciones, se le nombra director de la Escuela de Educación Física de Toledo. Su misión es preparar al equipo olímpíco que representará a España en los Juegos de Berlín de 1936. Al proclamarse el estado de guerra (19 de julio) se encuentra ante la imposibilidad de controlar las calles de la ciudad en su totalidad y decide acuartelarse en el Alcázar tres días después con todo el material de guerra que puede reunir y todos los hombres disponibles.
El 29 de julio, describe la penosa situación de los defensores en su Diario: "De víveres y agua estamos bien, aunque el pan no puede hacerse porque se ha acabado la harina. Se sustituye por trigo tostado pues hay una gran cantidad, muchos miles de kilos para pienso del ganado. En vez de carne de vaca se come de caballo, que está magnífica y tenemos provisión por tiempo. No tomamos más que un solo plato y es bastante para sostenernos. Yo duermo en un colchón y me desnudo por las noches y tengo mi residencia en el despacho del coronel de la Academia, con Carvajal y Moreno Garrido, mis ayudantes y el Rubio, mi ordenanza de la escuela. Claro que no me he bañado desde el día que vinimos, ni tampoco afeitado"
Es ascendido a general por su resistencia durante el asedio, aunque, tras la contienda, alcanza el grado de general de división. En 1939, Francisco Franco, que confía ciegamente en él, le nombra también jefe de su casa militar. Más tarde, en 1941 sería nombrado jefe de milicias de FET y de las JONS. Ostenta, además, las capitanías generales de la 2ª y 4ª Regiones Militares españolas.
Durante el sitio crea un diario llamado El Alcázar que comienza a publicarse en ciclostyl dentro de la propia fortaleza sirviendo de improvisado boletín de noticias. Posteriormente se convertiría en un periódico madrileño que se publicó hasta la década de los ochenta.
Franco, además, decide que sea José Moscardó el representante del Ejército en una visita en 1941 al frente ruso, donde combate la División de Voluntarios Españoles (más conocida como División Azul) encuadrada en las tropas del III Reich que pretenden conquistar la Unión Soviética.
Su ideología política podría definirse como claramente afín a la de Franco, pero el 8 de septiembre de 1943, poniendo de manifiesto sus firmes convicciones monárquicas pide, en una carta remitida al dictador, la restauración de la casa de Borbón. Desde su puesto de mando como capitán general de la 4ª Región Militar tiene que hacer frente a los intentos de resistencia que lleva a cabo la guerrilla antifranquista en todo el Valle de Arán en 1944. El 9 de octubre, cerca de 12000 hombres armados, más conocidos como "maquis", cruzan la frontera francesa y se enfrentan a las tropas del general Moscardó, que vence a los milicianos y logra reducir la rebelión antes del mes de noviembre.
El seis de abril de 1946 se le confía la Región Militar de Andalucía, de la que es teniente general hasta el 26 de octubre del mismo año en que pasa a la situación de reserva. En 1948, Franco le concede el título de conde del Alcázar de Toledo.
En el momento de su muerte, Moscardó preside de la Delegación Nacional de Deportes junto con la del Comité Olímpico Español. Fallece en Madrid a los 78 años. Postumamente es ascendido a capitán general.
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