Los
denominados Sucesos de Mayo o Hechos de Mayo, ocurridos entre el 3 y
el 8 de diciembre de 1937 , en diversas localidades catalanas, con
epicentro en la ciudad de Barcelona, enfrentaron a los grupos
anarquistas y trotskistas contra el Gobierno de la República, la
Generalitat de Catalunya, los socialistas y los comunistas. El
triunfo de estos últimos sobre el anarquismo propició el nuevo
gobierno de Juan Negrín, que trató de dotar a la República de un
verdadero ejército, pero el resultado de la reorganización debía
verse plasmado en alguna victoria militar.
Las
esperanzas republicanas se depositaron en la batalla de Teruel,
iniciada el 21 de diciembre de 1937 en la que el nuevo Ejército
Popular Republicano tenía ante sí la ocasión de arrebatar, por
primera vez, una capital de provincia a las tropas de Franco. Pero
los sublevados lograron recuperar la ciudad de Teruel el 22 de
febrero de 1938, tras dos meses de duros combates, por lo que este
episodio militar fue un nuevo desastre. Un mes después se produjo un
desastre aún mayor cuando el frente de Aragón se derrumbó ante el
empuje de la ofensiva lanzada por Franco, y que culminó con la
llegada del ejército sublevado al Mediterráneo por Vinaroz el 15 de
abril, de modo que el territorio republicano quedó partido en dos.
Las
derrotas militares y el empeoramiento del contexto
internacional, desataron las tensiones políticas, aparentemente
calmadas tras los sucesos de mayo de 1937.
Entre
marzo y abril de 1938 se produjo una segunda crisis interna en el
bando republicano. Ahora se enfrentaban el negrinismo, o partido
de la resistencia, y el antinegrinismo, o partido de la paz.
NEGRINISTAS
Y ANT1NEGRINISTAS
El
partido de la paz o antinegrinista estaba encabezado por el propio
presidente de la República, Manuel Azaña, apoyado por los
republicanos de Izquierda Republicana y Unión Republicana, más los
nacionalistas catalanes y vascos. También lo apoyaba IndalecioPrieto, al frente de un sector del PSOE, en el que figuraba JuliánBesteiro, que, tras los desastres de la batalla de Teruel y la
ofensiva de Aragón, llegaron a la conclusión de que el ejército
republicano nunca podría ganar la guerra. Pensaban que era
preciso un armisticio con Franco, en el que mediaran franceses y
británicos, para evitar temidas represalias tras la rendición.
Lo cierto es que el bando franquista no parecía dispuesto a dar
ninguna tregua, y su forma de actuar a lo largo de la contienda
no invitaba a esperar clemencia de ningún tipo.
Por
otra parte, Negrín y el sector del PSOE que lo apoyaba, junto con
los comunistas, eran partidarios de continuar resistiendo
bajo la consigna resistir es vencer. Para Negrín, la alternativa de
negociar el final de la guerra con el enemigo significaba la
casi segura aniquilación de la República, por
lo que la única salida posible era resistir para prolongar la
guerra, a la espera que se desencadenase en Europa un conflicto a
escala continental, lo que obligaría a Francia y a Gran Bretaña
a acudir en ayuda de la República y derrotar al emergente fascismo
europeo.
Lo
primero que hizo Negrín fue tratar de destituir a Indalecio Prieto,
que era ministro de Defensa. ¿Cómo permitir que Prieto, convencido
de que la guerra estaba perdida, pudiera seguir siendo ministro del
ejército que debía seguir combatiendo? Azaña respaldó a Prieto
así como el resto de los republicanos de izquierda y los
nacionalistas de Esquerra y del PNV. Sin embargo, estos no
consiguieron articular ninguna alternativa a Negrín, y este acabó
saliendo reforzado de la crisis, con la consiguiente salida de Prieto
del Gobierno. El resultado: la España republicana quedaba dividida,
de nuevo, en dos tendencias.
LA
BATALLA DEL EBRO Y LA CAÍDA DE CATALUÑA
El
presidente Negrín, el general Vicente Rojo Lluch, jefe del Estado
Mayor, y los comunistas creían posible que el Ejército
Popular Republicano aún era capaz de una última ofensiva, que
se inició el 24 de julio de 1938, dando comienzo así a la batalla
del Ebro, la más larga y decisiva de la Guerra Civil. El
objetivo último de la operación era volver a unir las dos zonas
republicanas que habían quedado divididas desde que Franco
había llegado al Mediterráneo por Vinaroz. Después de tres meses
de duros combates, la ofensiva republicana del Ebro resultó un
nuevo fracaso. El ejército republicano tuvo que volver a sus
posiciones iniciales el 16 de noviembre de 1938, con miles de
bajas y una pérdida considerable de armamento que ya no podría
utilizarse para defender Cataluña, frente a la decisiva
ofensiva franquista. Además, unos días antes de finalizar La
batalla del Ebro sefirmaban los Acuerdos de Munich entre Gran Bretaña
y Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por otro, que
aparentemente cerraban la posibilidad de que estallara la guerra
en Europa, y por tanto, hubiera alguna posibilidad de que las
potencias democráticas intervinieran a favor de la República,
que quedaba así abandonada a su suerte y a la intervención fascista
italiana y alemana, por cierto, gustosamente admitida en Múnich.
Negrín,
a pesar de todo, era consciente de que la guerra en Europa iba a
estallar, no se equivocaba, y decidió seguir resistiendo hasta
que ello ocurriera, pero su estallido no llegó, a tiempo. El 23 de
diciembre de 1938 empezó la ofensiva del ejército nacional sobre
Cataluña, desde el oeste y desde el sur, sobre un ejército
republicano que se batía en retirada. El 26 de enero de 1939 las
tropas de Franco entraban en Barcelona, y el 5 de febrero ocupaban
Gerona.
SE
INICIA LA CONJURA DE CASADO
Cuando
Negrín regresa a la región centro-sur el 10 de febrero de 1939,
desde el sur de Francia, solo contaba con el apoyo de los soviéticos
y del Partido Comunista.
General Miaja y Segismundo Casado |
A su
llegada, ya estaba muy avanzada la conspiración militar y política
contra su gobierno, dirigida por el jefe del Ejército del Centro, el
coronel Segismundo Casado, que había entrado en contacto con el
Cuartel General de Franco para una rendición del ejército
republicano sin represalias. Casado consiguió el apoyo de
varios jefes militares y de algunos políticos importantes, como
el socialista Julián Besteiro.
El
primer movimiento importante del coronel Casado, del que enseguida
tuvo información el Cuartel General del Generalísimo, tuvo
lugar a principios de noviembre de 1938, en un momento en que ya
era evidente el fracaso de la ofensiva republicana del Ebro, cuando
se reunió en Madrid con el propio Juan Negrín y con el general José Miaja, jefe de los Ejércitos de la región centro-sur, para intentar
conseguir que aquel retirara a los comunistas del gobierno como
primer paso para cambiar la política de resistencia a ultranza, a lo
que Negrín se opuso rotundamente. A partir de ese momento Casado fue
más consciente de que si quería alcanzar sus propósitos también
tendría que derribar a Negrín.
La
situación era alarmante, se había producido un considerable
aumento de las deserciones en el Ejército Popular; muchos de los
participantes en la batalla del Ebro se habían pasado a las filas
del enemigo. El Madrid de la defensa heroica frente al fascismo ya no
era lo que fue en sus mejores momentos de resistencia. Los
infiltrados del bando sublevado en las fuerzas de orden público
republicanas aumentaban, los francotiradores extendían el terror
entre los milicianos y la población, que además sucumbía ante
la falta de víveres.
El
30 de enero de 1939, la quinta columna o partidarios e infiltrados
franquistas en Madrid, habían hecho llegar al coronel Casado las
condiciones de los franquistas para la rendición del ejército
republicano y que Casado llamó las Concesiones del Generalísimo.
En ellas se ofrecían salvoconductos y garantías para aquellos que
depusieran voluntariamente las armas y no fueran responsables de
crímenes. Seis días después, el ayudante de Casado, el teniente
coronel José Centaño, descubrió su condición de agente franquista
y le entregó a continuación una copia oficial de aquellas
Concesiones, que tenían un cariz muy diferente. En ellas se
exigía la rendición incondicional, prometiendo benevolencia tras la
victoria.
Por
su parte, Negrín y los comunistas seguían firmes en su
decisión de continuar la guerra. Tal vez eran intransigentes, o
quizá sabían cómo se las iba a gastar Franco si se aceptaba la
rendición, porque la represión franquista después de terminar la
guerra no fue ni mucho menos conciliadora.
El
jueves 2 de marzo, Negrín mandó venir al coronel Casado y al
general Matallana a la Posición Yuste, que es como secretamente se
denominaba el lugar en que el gobierno republicano se había retirado
-se denominó Yuste por ser el lugar donde se retiró Carlos I, pero
no estaba en Extremadura, sino en Petrel (Alicante)-. La llamada
tenía por objeto comunicarles que iban a ser relevados de sus
puestos y sustituidos por militares comunistas.
Casado
y Matallana se negaron a aceptar esos cambios y marcharon a
Valencia, donde se entrevistaron con los generales Miaja y Menéndez,
con quienes hablaron de su situación y propósitos. Negrín era un
problema.
Casado
estaba tan convencido de sus ideas, que abiertamente le habló de las
mismas al día siguiente, 3 de marzo, al general Ignacio Hidalgo de Cisneros, a pesar de que era conocida su militancia comunista. A
Hidalgo de Cisneros le faltó tiempo para comunicárselo a Negrín,
que envió un avión a Madrid a las 10 de la mañana del sábado
4 de marzo para que recogiera al coronel Casado y se presentara
inmediatamente ante él. Como Casado no tomó ese avión, Negrín lo
llamó por teléfono, pero aquel siguió negándose a acudir a
la Posición Yuste. Poco después, Casado se reunió en su domicilio
particular con el teniente coronel anarquista Cipriano Mera y con el
Jefe del Estado Mayor del Ejército del Centro para ultimar la
planificación logística de la sublevación. Poco después, el
coronel Casado comunicaba a Julián Besteiro, el líder de la trama
política del golpe, y al resto de partidos y sindicatos que le
apoyaban, que estuvieran preparados para las 20 horas del día
siguiente.
En
la mañana del domingo 5 de marzo, Negrín ordenó a los generales
Miaja y Matallana, que se encontraban en Valencia, que se
presentaran ante él en la Posición Yuste, pero solo acudió
Matallana, que fue inmediatamente detenido, aunque sería puesto en
libertad más tarde.
A
las siete de la tarde de ese domingo 5 de marzo de 1939 comenzaba el
golpe de Casado en Madrid.
EL
GOLPE
Entre
las 7 y las 8 de la tarde del domingo 5 de marzo de 1939 se reunían,
en el edificio del Ministerio de Hacienda de la calle Alcalá de
Madrid, el coronel Casado y los conjurados en el golpe de estado:
militares que estaban convencidos de que sería más fácil liquidar
la guerra a través de un entendimiento entre militares; los
representantes de los partidos políticos Izquierda Republicana,
Unión Republicana, el Partido Sindicalista y el sector
antinegrinista del PSOE y de las organizaciones sindicales
anarquistas y socialistas comprometidas como UGT y CNT-FAI; y el
socialista Julián Besteiro, que acudía a título personal,
pero que era la cabeza de la parte civil de la conspiración. En las
horas siguientes, unidades militares y de orden público, en su
mayoría de tendencia socialista, junto a una brigada anarquista,
ocuparon los puntos estratégicos de la capital como los palacios de
Buenavista, Comunicaciones y Gobernación, la Dirección General de
Seguridad, el Banco de España, la Telefónica y las estaciones de
radio. Algunas divisiones del ejército, dirigidas por
socialistas, se desplegaron por la capital. Por último, Casado
consiguió la adhesión al golpe del coronel Camacho, Jefe de las
Fuerzas Aéreas de la zona centro-sur.
Controlada
la capital por las fuerzas casadistas, hacia las doce de la noche de
ese mismo domingo 5 de marzo, el coronel Casado y Julián Besteiro se dirigieron por radio a la España antifascista, leyendo
sendos manifiestos en los que justificaban el golpe que acababan de
dar contra el gobierno de Negrín.
Por
la mañana del 6 de marzo todos los partidos políticos y
organizaciones del Frente Popular, excepto el Partido Comunista
de España, hicieron públicos en Madrid manifiestos y declaraciones
en los que prestaban su apoyo al golpe, tal como habían pactado
semanas antes. Asimismo, quedó constituido oficialmente el Consejo
Nacional de Defensa, presidido por el general José Miaja,
aunque los dos hombres fuertes del mismo eran el propio Casado, que
se reservó para sí mismo la Consejería de Defensa, y Julián Besteiro, que ocupó la de Estado.
LA
SALIDA DEL GOBIERNO DE NEGRÍN
Negrín
había pasado toda la noche del sábado 4 al domingo 5 dando
órdenes para intentar acabar con la sublevación de Cartagena,
protagonizada por militares y marinos de la base naval de
Cartagena, que estalló el 4 de marzo de 1939, y que casi desde el
primer momento se convirtió en una rebelión dirigida por los
militares integrados en la quinta columna, que pretendían
entregar la base y la flota republicana allí fondeada a Franco. En
la madrugada siguiente, del domingo 5 al lunes 6, tuvo que
enfrentarse a una nueva sublevación, cuando se confirmó el golpe
del coronel Casado contra el Gobierno y se produjo el anuncio de la
formación del Consejo Nacional de Defensa. La noticia se la dio
el general Matallana, que recibió la llamada del coronel Casado
desde Madrid. Negrín cogió el teléfono a continuación para
decirle a Casado: "Queda usted destituido". Casado le
respondió: "Mire usted, Negrín, eso ya no importa. Ustedes ya
no son Gobierno, ni tienen fuerza ni prestigio para sostenerse y
menos para detenernos... La suerte está echada y ya no retrocedo".
El
lunes 6 de marzo, tres aviones partían hacia Francia con destino a
Toulouse, llevando a bordo al último gobierno constitucional de
la Segunda República Española.
LA
RESISTENCIA COMUNISTA
Los
comunistas contrarios a Casado iniciaron una revuelta en Madrid
a lo largo del martes 7 y del miércoles 8 de marzo, que pareció
decantarse a su favor, pero a partir de la madrugada del jueves 9, la
situación cambió a favor de los casadistas , porque las
brigadas del IV Cuerpo de Ejército al mando del anarquista Cipriano Mera, que era la unidad militar más importante con que contaban los
casadistas, se empezaron a movilizar desde el frente de Cuadalajara
hacia Madrid y, sobre todo, porque la desmoralización comenzó a
cundir entre las filas comunistas cuando supieron que el golpe de
Casado había triunfado en toda España y Madrid era el único lugar
donde se combatía. Además, los propios comunistas ya habían
pactado la forma de abandonar España y ponerse a salvo, un
acuerdo que se fraguó en toda España entre casadistas y
comunistas, pero que, sin embargo, el coronel Casado no respeto
en Madrid, alegando que los comunistas habían asesinado en los
montes de El Pardo a tres coroneles de su Estado Mayor.
La
cifra de muertos resultante del conflicto entre ambos bandos no está
clara. Hay cifras que hablan de veinte mil, otras de dos mil e
incluso quien las deja en tres centenares.
LAS
CONSECUENCIAS
Una
vez sofocada completamente la resistencia comunista en Madrid, el
coronel Casado comunicó el 12 de marzo al gobierno de Franco,
en Burgos, que él mismo y el general Matallana querían acudir
para negociar los términos de la paz, partiendo de las llamadas
Concesiones del Generalísimo. Mientras, Julián Besteiro se
dirigía por radio a los madrileños el 18 de marzo para explicarles
lo que había hecho hasta entonces el Consejo Nacional de
Defensa.
Pero
al día siguiente, 19 de marzo, llegó la respuesta de Franco, en la
que decía que no estaba dispuesto a que acudieran a Burgos los
mandos superiores enemigos. Ninguna de las reuniones que se
mantuvieron, consiguieron de Franco otra cosa que no fuera exigir la
rendición incondicional, sin recibir a cambio garantías suficientes
de que se cumplieran sus famosas concesiones.
Franco
dio orden de que en la madrugada del día 26 de marzo se
iniciara la ofensiva general en todos los frentes, lo que significaba
que había dado por concluidas las negociaciones con Casado y el
Consejo Nacional de Defensa.
Segismundo Casado |
¿Y
QUE OCURRIÓ CON CASADO?
Ante
la inminente entrada de las tropas sublevadas en Madrid, Segismundo Casado partió hacia Valencia, y desde el puerto de Gandía
marchó en un buque británico hacia el exilio en Marsella, no sin
antes convencer a miles de refugiados de que fueran a Alicante,
donde, supuestamente, los recogerían barcos ingleses. En realidad,
era otra estratagema de Franco para concentrar y atrapar a los
refugiados. La flota nacional impidió la entrada de los barcos
al puerto de Alicante y se creó una gran bolsa de refugiados que
cayó en manos de los franquistas. Casado estuvo exiliado en Gran
Bretaña sin poder reunirse con su familia hasta 1951, cuando partió
a Venezuela; más tarde se estableció en Colombia.
SegismundoCasado regresó a España con su familia en 1961, siendo juzgado
y posteriormente absuelto por un consejo de guerra, bajo el delito
de rebelión militar. Intentó que se le reconociera su grado militar
previo a la Guerra Civil y que se le permitiera el reingreso en
el ejército. Rechazado por el franquismo por haber servido
voluntariamente a la causa republicana, Casado tampoco gozó de
simpatías entre el exilio republicano, debido a su golpe de estado y
su negativa durante la contienda a adherirse a alguno de
los partidos del antiguo Frente Popular. Falleció de un ataque
cardíaco en un hospital madrileño, de lo que se hizo eco una
escueta nota en la prensa española.
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