Combates en la Sierra de Madrid.—Campaña de Guipúzcoa.
—Ocupación de Aragón.—Socorro a Oviedo—Operaciones en Andalucía
RESUMEN DE LA JORNADA
En la noche última, la columna del capitán Perea sorprendió una concentración de fuerzas enemigas en el campo donde opera. El encuentro, feliz para nuestra columna leal, dio como resultado la dispersión de la columna enemiga, produciendo en ésta once muertos y algunos heridos, que no pudieron ser recogidos porque salieron en huida.
El capitán Perea, puede decirse, colmó el objetivo propuesto.
A las nueve y media de la noche
Prosigue la acción del Gobierno español contra la insurrección militar. Las operaciones de las tropas leales en todos los frentes, y de manera muy especial las de la Aviación, tanto en vuelos de bombardeo como en los de reconocimiento, son sobre manera satisfactorias.
Se consolidan las posiciones de las columnas que luchan en el frente de Guadarrama, donde se reducen de manera continua a las tropas insurrectas.
En Zaragoza, uno de los principales núcleos de la rebeldía, la actividad vacilante de los militares que todavía dominan en la plaza hace presumir una rendición. La capital está rodeada de fuerzas gubernamentales, militares y civiles. Desde Barcelona, la Aviación informa que los vuelos realizados sobre Zaragoza dan por resultado de que el reconocimiento de la población civil desasiste en absoluto a los sublevados.
En Córdoba y en Sevilla siguen también en situación desesperada los rebeldes. Ambas ciudades están ceñidas por fuerzas al servicio del Régimen, que avanzan poco a poco, pero de manera tan firme, que el sitio se estrecha cada vez más. Los jefes de la rebelión en las capitales andaluzas tienden a correrse hacia Huelva, sin duda para lograr la fuga por la frontera de Portugal. Importantes movimientos de tropas leales y servicios prestados por la Aviación en el día de hoy permiten esperar que las operaciones para combatir los focos rebeldes darán positivo resultado en la madrugada de mañana.
Se acentúa la desesperanza de los jefes rebeldes, pues desde las diversas capitales que ocupan se abruman mutuamente con peticiones de auxilio, que si en días anteriores eran apremiantes, en el día de hoy son francamente desgarradoras. No se atienden, por parte de los sublevados, las solicitudes de apoyo que unos de otros reciben, y sin duda para levantar la decaída moral que invade a los insurrectos de Córdoba, Zaragoza y Sevilla. Los complicados en la rebelión de las plazas del Protectorado de Marruecos hacen fantásticas promesas a sus cómplices de la Península.
La vigilancia de la Armada sigue siendo minuciosa en el Estrecho de Gibraltar. Los barcos al servicio del Régimen, que son todos los que integran la Marina de Guerra, bombardean las plazas de Melilla y Ceuta e impiden el tráfico de tropas rebeldes, que ya ni siquiera intentan embarcar con rumbo a España. Tampoco les es posible a los sublevados de la zona de Marruecos el auxilio por aire a los que en la Península secundan el movimiento.
En Madrid, la vida ciudadana se desarrolla de una manera completamente normal. La única novedad radica en la agitación que en centros políticos y sindicales existe por consecuencia de la recluta de voluntarios para engrosar las columnas gubernamentales, y en el entusiasmo con que en todas partes se acogen las victorias de las tropas de fuerzas leales de mar y aire.
En Cataluña, igualmente se ha restablecido la normalidad. El Gobierno de la Generalidad adopta disposiciones encaminadas a cooperar con el Poder central al exterminio de la insurrección.
En la región levantina, la Junta delegada del Gobierno, que dirige el presidente de las Cortes, Sr. Martínez Barrio, secunda igualmente las iniciativas del Gobierno de la República.
Se extiende la zona de dominio del Gobierno republicano en toda España. Los lugares que reconquistan las tropas adictas al Régimen son inmediatamente sometidas a la autoridad civil, y en aquellos sitios donde los facciosos cortan las comunicaciones, éstas se restablecen con extraordinaria rapidez.
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