La ciudad de Ávila quedó incorporada al bando nacionalista desde los primeros momentos del alzamiento militar. La ciudad pertenecía a la 7.ª División orgánica y, como Segovia, su valor militar era nulo en canto a fuerza disponible, pero muy grande en cuanto a su situación geográfica, debido a que su sierra limitaba al este con Madrid y al sur con Toledo.
. 14 de julio: el gobernador Manuel Ciges Aparicio ordenó al coronel jefe de la Guardia Civil que le entregara todas las armas requisadas en las semanas anteriores, a lo que éste se negó, siendo destituido. Ocupó su puesto el teniente coronel Romualdo Almoguer Martínez, hasta entonces destinado en Madrid.
. 18 de julio: los militares no actuaron, a pesar de que estaban con el golpe, porque el comandante militar no se encontraba en la ciudad y se desconocía la posición del nuevo teniente coronel de la Guardia Civil (Romualdo Almoguer). En la tarde de ese día pasó por Ávila, camino de Madrid, una sección de guardias de Asalto de la compañía de Salamanca, reclamada por el gobierno.
Por su parte, los dirigentes del Frente Popular se reunieron en el Gobierno Civil, mientras grupos de jóvenes socialistas patrullaban las calles del centro. A medianoche llegó de Madrid en coche el diputado socialista José Felipe García Muro, quien informó al gobernador civil de que se dirigía a Madrid, pasando por Ávila, un tren de mineros asturianos, y de que el gobierno quería que se formaran milicias obreras con las armas confiscadas por la Guardia Civil, pero el teniente coronel Almoguera se excusó para dilatar el cumplimiento de la orden y finalmente no lo hizo.
. 19 de julio (domingo, 06:00 de la mañana): los guardias, que habían oído por la radio la proclamación del estado de guerra en toda la 7ª División, decidieron salir a la calle. En primer lugar detuvieron al gobernador civil (Manuel Ciges, fusilado el 4 de agosto de 1936), y ocuparon la Casa del Pueblo. El jefe de la policía municipal detuvo en el ayuntamiento al alcalde, Eustasio Meneses Muñoz, y a los concejales del Frente Popular. A las 07:00 de la mañana se leyó el bando con la declaración del estado de guerra, en la plaza del Mercado Chico, en el que se invita a “instaurar en la República española de un modo radical y desconocido hasta hoy, el respeto a la Ley, la Justicia, la Libertad y el Trabajo.” Poco después fueron liberados Onésimo Redondo y otros 18 falangistas que se encontraban en la cárcel, que se marcharon a Valladolid.
El comandante Vicente Costell se hizo cargo del gobierno civil y, con el respaldo del bando de guerra que mandó desde Valladolid el general Saliquet, disolvió las gestoras del ayuntamiento y de la diputación, nombrando alcalde al capitán Pelegrín Iranzo Casanova y presidente de la diputación al capitán José Sáinz Llanos.
En muchos pueblos de la provincia no había guardias civiles porque se habían concentrado en la capital, a pesar de ellos, la resistencia que se opuso fue rapidamente aplastada. En las cercanías, Mingorría –considerado pueblo comunista- fue tomado por la Guardia Civil después de un tiroteo. En general, el sur y sudoeste de la provincia, el valle del Tiétar, las sierras de Gredos y de San Vicente, y el nordeste, por el macizo de Peguerinos hasta cerca de San Rafael y el Alto del León, permanecieron leales al gobierno o en situación ambigua. Los militares sublevados temían la llegada del tren minero, y mientras tanto recibieron noticias de la entrada en el territorio abulense de una columna gubernamental dirigida por el teniente coronel Mangada, cuyo avance hacia la capital parecía imparable.
. 23 de julio: llegaron a Ávila una centuria de Falange de Valladolid y una sección del regimiento de artillería pesada de Medina del Campo. La columna Mangada no siguió hacia la capital abulense, sino que prefirió tomar el importante nudo de carreteras de Villacastín.
. 24 de julio: llegó un batallón del regimiento de infantería La Victoria, de Salamanca, que se dirigía al Alto del León, seguido por otro del mismo regimiento que llegó el día 27 para quedarse de guarnición, y dos escuadrones del regimiento de caballería Calatrava, de Salamanca, que se asentaron en Villacastín.
A finales de octubre de 1936 el general nacionalista Emilio Mola,
jefe del Ejército del Norte, instaló en Avila su cuartel general, en
espera del asalto definitivo a Madrid. El 11 de noviembre del citado año
el aeropuerto de Avila sufrió un intenso bombardeo de la aviación
republicana durante el cual fueron destruidos casi todos los aviónes —Junkers y Heinkel—
que componían la escuadrilla del teniente Kraft Eberhard —que murió en
la operación—, primer oficial alemán caído en suelo español. Por otra parte, durante toda la guerra Ávila se convirtió en un importante centro de impresión de todo tipo de material bibliográfico de propaganda nacionalista.
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