Personajes

viernes, 5 de diciembre de 2025

Bergamín Gutierrez, José (1895–1983): el intelectual como resistencia cultural antifascista

Descubre el compromiso intelectual y político de José Bergamín durante la Guerra Civil Española: presidencia de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, labor diplomática en París y defensa de la cultura republicana.

José Bergamín en la Guerra Civil: el intelectual como resistencia

Mientras las bombas caían sobre Madrid y Guernica, José Bergamín (1895–1983) no empuñó un fusil, pero sí una pluma incendiaria. Escritor, ensayista y figura clave del pensamiento de la Segunda República, Bergamín se convirtió en uno de los rostros más visibles de la resistencia cultural antifascista durante la Guerra Civil Española (1936–1939). Su labor, rigurosamente documentada en fuentes académicas y hemerográficas, combina acción institucional, diplomacia cultural y activismo político.

Presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas

Tras el estallido del conflicto en julio de 1936, Bergamín asumió la presidencia de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, una organización que agrupaba a los principales creadores del bando republicano. Su objetivo: movilizar el talento intelectual contra el fascismo y proteger el patrimonio cultural español.

Desde esta plataforma, impulsó publicaciones de combate como El Mono Azul —órgano cultural del comité—, en la que colaboraron Miguel Hernández, Rafael Alberti, Max Aub y otros grandes nombres. La revista no solo servía de altavoz ideológico, sino que buscaba mantener viva la conciencia crítica en tiempos de guerra.

Diplomacia cultural en París

En 1937, el gobierno republicano lo nombró agregado cultural en la Embajada de España en París. Allí, Bergamín desempeñó un papel decisivo en la internacionalización del conflicto desde una perspectiva republicana. Según la biografía en Wikipedia, corroborada por investigaciones como las de Alfonso Sánchez Rodríguez (2011), fue clave en la organización del II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia y Madrid en julio de 1937.

Este evento reunió a más de cien intelectuales de todo el mundo —entre ellos André Malraux, Pablo Neruda y Octavio Paz— y fue una victoria simbólica para la República. Bergamín también participó en la delegación española de la Exposición Internacional de París de 1937, en cuyo marco se estrenó el Guernica de Pablo Picasso, encargado oficialmente por el gobierno republicano para denunciar los bombardeos fascistas.

Entre el catolicismo y el compromiso comunista

Bergamín era un católico heterodoxo que mantenía una relación tensa pero sincera con el marxismo. Su famosa frase —«con los comunistas hasta la muerte… pero ni un paso más allá»— refleja su complejo posicionamiento ideológico. Durante la guerra, criticó abiertamente a figuras del bando sublevado, incluyendo a antiguos amigos como Ernesto Giménez Caballero y Rafael Sánchez Mazas, a quienes acusó de traicionar los ideales culturales compartidos en los años veinte.

Una labor sin armas, pero no sin riesgo

Aunque no participó en combates, su labor lo convirtió en blanco del bando franquista. Tras la victoria de Franco en 1939, Bergamín partió al exilio, llevando consigo un ejemplar manuscrito de Poeta en Nueva York que Federico García Lorca le había entregado antes de ser asesinado. En el exilio, en México y más tarde en América del Sur y Europa, continuó su labor editorial y teatral, denunciando la represión franquista en obras como La hija de Dios (1945) y La niña guerrillera (1945).

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