Muere en los cielos de Teruel este joven y polifacético as de la Aviación nacional, cuñado del también piloto Joaquín García Morato y héroe en el aire durante la resistencia del santuario de Santa María de la Cabeza
Carlos de Haya y González de Urbieta nace en Bilbao el 1 de marzo de 1902. A los 16 años ingresa en la Academia de Intendencia de Ávila, donde permanecerá tres años. En 1921 se gradúa como segundo de su promoción y obtiene el grado de alférez. Sin embargo, no es hasta 1925 cuando descubre su verdadera vocación, la aeronáutica, tras ser elegido para realizar el curso de piloto de la Escuela Civil de Albacete. En septiembre de ese año prosigue su formación en Cuatro Vientos, ya como miembro de la 27ª promoción de Pilotos Militares.
En febrero de 1926 le asignan como primer destino Melilla. Allí se une a un grupo de pilotos de gran valía y apasionados por todo lo relacionado con la aeronáutica, como Joaquín García Morato, Pedro Tauler o Alvaro García Ogara. Con todos ellos mantendrá una gran amistad que durará hasta el final de su vida. Entre julio y agosto de 1926, Haya recibe formación como piloto de hidroaviones en Los Alcázares, tras lo cual regresa a Melilla, donde compagina su labor con cursos de paracaidismo, telegrafista y mecánico de aviación.
Además de su dedicación a la aeronáutica, Haya cultiva la pintura, aprende inglés y francés y asiste con frecuencia a conciertos de música clásica, a la que se aficiona rápidamente. Durante la década de los 30 inventa un instrumento, el integral de vuelo, diseñado para el pilotaje sin visibilidad. Poco antes del estallido de la Guerra Civil, Julio Ruiz de Alda le invita a seguir su ejemplo, abandonando la Aviación para dedicarse a la política. Sin embargo, Haya le responde: "Mi afición a todo lo aeronáutico es tanta que jamás dejaría esta profesión".
El pronunciamiento del 18 de julio sorprende a Carlos de Haya en Málaga. Su esposa, hermana del también piloto Joaquín García Morato, es encarcelada -finalmente será canjeada por el escritor Arthur Koestler-, pero él consigue llegar a Sevilla, en cuya base estaba destinado. Con un avión DC-2 que había sido capturado en Tablada, participa en el Convoy de la Victoria, arrojando media docena de bombas sobre el destructor Alcalá Galiano, que a su vez pretendía atacar al convoy nacional. La misión fracasa, ya que ninguno de los proyectiles alcanza el buque republicano.
Durante los primeros meses del conflicto, Haya se vincula al Puente Aéreo del Estrecho y simultanea esta tarea con bombardeos nocturnos y la jefatura de operaciones de la Aviación del Sur. Poco después, se convierte en el piloto de confianza de Franco y se le asigna un avión de pasajeros. Es en esta época cuando realiza su labor más importante: la del abastecimiento del santuario de Santa María de la Cabeza, ocupado por soldados nacionales en territorio republicano.
Situado en un paraje aislado, el Santuario había quedado a merced del asedio de las tropas republicanas a mediados de agosto de 1936, con apenas provisiones suficientes para que los soldados nacionales que lo defendían subsistieran un mes. Las expectativas de una liberación rápida, depositadas en la ayuda de la Guardia Civil de la Comandancia de Jaén, pronto se diluyen debido al recrudecimiento de la Guerra. Es necesario abastecer por vía aérea a los soldados nacionales apostados en el Santuario, y en octubre de 1936 Haya se ofrece voluntario para la misión.
Nada más comenzar, se topa con el problema del tamaño de su avión, inadecuado para un envío de esas características. A Haya se le ocurre la idea de reemplazar la puerta por una rampa de aluminio por la que los sacos de vituallas cayeran más fácilmente. El primer servicio sobre el Santuario lo realiza el 9 de octubre, lanzando 682 kilos de víveres sobre los asediados. La succión aerodinámica supera el peso de los sacos y provoca que se dispersen sobre una gran superficie.
En este primer vuelo, Haya observa que una parte de los soldados del Santuario se encuentran apostados en Lugar Nuevo. Los dos asentamientos están alejados entre sí 3 kilómetros. El piloto calcula con bastante exactitud la existencia de dos grupos de 800 y 500 soldados, respectivamente. De este modo, en los envíos posteriores divide los suministros entre estas dos áreas y utiliza, con mejores resultados que la rampa, los tubos lanzabombas para arrojar los sacos.
En octubre de 1936, la batalla por Madrid provoca la paralización del abastecimiento del Santuario, pero no así los ataques republicanos al monasterio, que se reanudan con intensidad el 2 de noviembre. Diez días después, Haya aprovecha un viaje rápido a Sevilla con su DC-2 para arrojar provisiones durante un vuelo nocturno. Pese a su situación privilegiada como piloto personal de Franco, arde en deseos de participar en la Guerra y convierte el abastecimiento de los soldados del Santuario en su cruzada personal.
Cuando concluye el ataque a Madrid, vuelve a la tarea del suministro del monasterio. Durante diciembre y enero se suspenden varias misiones debido al mal tiempo, pero en una de esas ocasiones Haya ignora las órdenes de paralizar los vuelos y consigue hacer llegar a los soldados una parte de los víveres. Sus planificados viajes al Santuario son siempre a distintas horas y, sobre todo, en los días nublados. A partir de febrero, se ve obligado a realizar sus servicios durante la noche, debido a que los cazas republicanos hacen aparición en la zona.
Cuando en febrero de 1937 las tropas nacionales toman Málaga, la situación personal de Haya da un giro dramático, al descubrir que el Ejército republicano se ha llevado a su esposa como rehén y que uno de sus hijos gemelos está gravemente enfermo. Pese a todo, continúa encargándose del suministro del Santuario, y en marzo organiza la primera escuadrilla nocturna de aviones Ju-52, con la que efectúa numerosas misiones de éxito en primavera y verano. El 1 de mayo, los supervivientes que aún defendían el Santuario, acuciados por las penurias y el hambre, se ven obligados a rendirse a las tropas republicanas.
Durante el segundo semestre de 1937, Haya abandona la escuadrilla y se integra en el grupo de caza italiano As de bastos. En febrero de 1938 fallece su madre y viaja a Bilbao para asistir a su funeral. Allí se entera del inicio de la ofensiva republicana sobre Teruel y decide acudir al frente, viajando toda la noche en tren.
El 21 de febrero de 1938, Haya despega en un Fiat para participar en una batalla aérea sobre Escandón (Teruel). Durante el combate, realiza una ofensiva en solitario contra un avión republicano que amenazaba a uno de sus compañeros. Agotado por el cansancio, se aproxima demasiado a la cola de su adversario, aunque en el último momento lo rebasa, evitando la colisión. Sin embargo, el piloto republicano le ametralla desde muy poca distancia y Haya muere al estrellarse. Tras su fallecimiento, es condecorado a título postumo con la Laureada de San Femando y la Medalla Militar.